Convertir un antiguo mesón rústico en uno de los locales de moda de la ciudad era el reto de este proyecto.
El color blanco fue la solución, se mantuvieron los elementos principales del antiguo local, conservando su esencia pero dando un giro de 360º al estilo del negocio.
Como elemento del contraste encontramos unas grandes cabezas de animales y los taburetes de la zona de barra pintados en color flúor, que combinan con el elemento divisorio de cristal amarillo entre el comedor y la barra.
El estilo final del local empasta a la perfección con la personalidad de los propietarios, que dejaron volar nuestra imaginación dando como resultado una mezcla de estilos más que acertada.